F. Nietzche
Es curioso cómo nos mentimos continuamente, y no sólo no lo admitimos sino que no nos damos cuenta -o no queremos darnos cuenta de ello-. Cómo siempre digo, el budo (vía de la guerra) no quiero que lo interpretéis como el camino de la guerra hacia el exterior sino guerra hacia el interior de nosotros. Antes de nada debemos sacudir nuestro interior, destruir todo aquello que nos pone límites virtuales para no llegar a encontrar la libertad o la felicidad. El ego es nuestro peor enemigo.
Por ejemplo, en los calentamientos, siempre hay alguien que, cuando el instructor se da la vuelta, se "escaquea", evita hacer los ejercicios que debe hacer como un niño pequeño. Lo que no parece entender es que sólo se engaña a él mismo. Yo no puedo hacer nada por vosotros, nadie puede.
El camino o historia personal -como diría Coelho- sólo lo puede andar uno mismo, y es un camino de soledad; nos pueden ayudar a cruzar ríos, enseñar a navegar por mares, y hasta llegar a dónde ni soñábamos poder llegar pero la decisión última es sólo responsabilidad nuestra. Para todo, nosotros debemos seguir un camino que no existía antes y con decisión continuarlo. Es algo que debe uno tomar con valentía, determinación y perseverancia. En cuanto al entrenamiento, siempre aparecen las "excusas" -en las que todos caemos alguna vez-. Nos convencemos de "hoy no entreno que tengo que ir al supermercado, que tengo que ir a ver las cortinas nuevas, que le tengo que hacer la cena a mi pareja, que estoy resfriado, que me duele la barriga, que ... (cualquier excusa)". Siempre he preferido el "hoy no voy porque no me sale de los huevos, y punto". Recordad que el camino es la vida y la vida es el camino; hay que buscar la felicidad interior ante todo.
Hace poco un compañero, me vino a comentar algo parecido, le dije "dime la verdad, sólo me estás poniendo excusas, que hay que darles de cenar a los niños, que la pareja reclama nuetra presencia, etc, etc..." y le pregunté "dime el motivo real" al rato me dijo "es cierto, Javier, estoy triste, me siento que ya no estoy seguro de querer seguir, ya no disfruto como antes, estoy algo aburrido", a lo que le respondí "no te preocupes, en el dojo como en la vida nos pasa con todo, nos aburrimos; nos aburrimos de nuestra pareja que la queríamos tanto, nos aburrimos de nuetro trabajo que después de tanto tiempo es monótono; ahora es el momento más importante para coger fuerzar y seguir entrenando". Nos han enseñado que hay que esperar el premio al final del cada recorrido, si haces bien algo y obtienes el premio. Yo os digo que el premio está en el camino. La magia está en el disfrute sublime de vivir y caminar, descubrir algo nuevo en lo más habitual. Si entramos en el bosque corriendo y buscando desesperadamente el final del camino que parece estar a la vista nos perderemos la maravilla de pasear por un bosque, nos perderemos de sus colores, sus aromas y sus sabores; nos estamos perdiendo la vida, nos han enseñado a mentirnos a nosotros mismo otra vez. Sentaos en el bosque, tumbaos, echar una siesta si es que ya estamos cansados de andar antes de empezar - que tampoco eso es tan malo, es natural-, debéis jugar en el bosque durante el paseo, pero tampoco os quedéis a vivir el bosque, pues más adelante hay una playa que también querréis disfrutar, debemos seguir andando.
Es la autocompasión lo que nos hace ver lo más negativo que hay en nosotros, y en todo "yo me merezco otra cosa", "me duelen los brazos al hacer flexiones, qué hago yo aquí con lo bien que estaría en mi casa con una copa delante de la tele?". Y la gente que está delante de la tele piensa "me gustaría estar entrenando en vez de hacer lo que estoy haciendo". Nos contradecimos.
Por eso, en los ejercicios de mokuso (momento de silencio interior) o en el zen debemos acallar esa cabecita que nos roba la vida y el espíritu, que no dice que le gustaría estar en otro sitio del que estemos, esa vocecita -ese ego- que provoca la mentira hacia nosotros mismos. Volvamos la mirada hacia dentro, busquemos nuestro defectos, aceptémoslos con todo el cariño, y sigamos adelante sin compadecerse, tal como somos, con perseverancia sigamos el camino que hemos elegido sin miedo y alegría.
Es curioso cómo nos mentimos continuamente, y no sólo no lo admitimos sino que no nos damos cuenta -o no queremos darnos cuenta de ello-. Cómo siempre digo, el budo (vía de la guerra) no quiero que lo interpretéis como el camino de la guerra hacia el exterior sino guerra hacia el interior de nosotros. Antes de nada debemos sacudir nuestro interior, destruir todo aquello que nos pone límites virtuales para no llegar a encontrar la libertad o la felicidad. El ego es nuestro peor enemigo.
Por ejemplo, en los calentamientos, siempre hay alguien que, cuando el instructor se da la vuelta, se "escaquea", evita hacer los ejercicios que debe hacer como un niño pequeño. Lo que no parece entender es que sólo se engaña a él mismo. Yo no puedo hacer nada por vosotros, nadie puede.
El camino o historia personal -como diría Coelho- sólo lo puede andar uno mismo, y es un camino de soledad; nos pueden ayudar a cruzar ríos, enseñar a navegar por mares, y hasta llegar a dónde ni soñábamos poder llegar pero la decisión última es sólo responsabilidad nuestra. Para todo, nosotros debemos seguir un camino que no existía antes y con decisión continuarlo. Es algo que debe uno tomar con valentía, determinación y perseverancia. En cuanto al entrenamiento, siempre aparecen las "excusas" -en las que todos caemos alguna vez-. Nos convencemos de "hoy no entreno que tengo que ir al supermercado, que tengo que ir a ver las cortinas nuevas, que le tengo que hacer la cena a mi pareja, que estoy resfriado, que me duele la barriga, que ... (cualquier excusa)". Siempre he preferido el "hoy no voy porque no me sale de los huevos, y punto". Recordad que el camino es la vida y la vida es el camino; hay que buscar la felicidad interior ante todo.
Hace poco un compañero, me vino a comentar algo parecido, le dije "dime la verdad, sólo me estás poniendo excusas, que hay que darles de cenar a los niños, que la pareja reclama nuetra presencia, etc, etc..." y le pregunté "dime el motivo real" al rato me dijo "es cierto, Javier, estoy triste, me siento que ya no estoy seguro de querer seguir, ya no disfruto como antes, estoy algo aburrido", a lo que le respondí "no te preocupes, en el dojo como en la vida nos pasa con todo, nos aburrimos; nos aburrimos de nuestra pareja que la queríamos tanto, nos aburrimos de nuetro trabajo que después de tanto tiempo es monótono; ahora es el momento más importante para coger fuerzar y seguir entrenando". Nos han enseñado que hay que esperar el premio al final del cada recorrido, si haces bien algo y obtienes el premio. Yo os digo que el premio está en el camino. La magia está en el disfrute sublime de vivir y caminar, descubrir algo nuevo en lo más habitual. Si entramos en el bosque corriendo y buscando desesperadamente el final del camino que parece estar a la vista nos perderemos la maravilla de pasear por un bosque, nos perderemos de sus colores, sus aromas y sus sabores; nos estamos perdiendo la vida, nos han enseñado a mentirnos a nosotros mismo otra vez. Sentaos en el bosque, tumbaos, echar una siesta si es que ya estamos cansados de andar antes de empezar - que tampoco eso es tan malo, es natural-, debéis jugar en el bosque durante el paseo, pero tampoco os quedéis a vivir el bosque, pues más adelante hay una playa que también querréis disfrutar, debemos seguir andando.
Es la autocompasión lo que nos hace ver lo más negativo que hay en nosotros, y en todo "yo me merezco otra cosa", "me duelen los brazos al hacer flexiones, qué hago yo aquí con lo bien que estaría en mi casa con una copa delante de la tele?". Y la gente que está delante de la tele piensa "me gustaría estar entrenando en vez de hacer lo que estoy haciendo". Nos contradecimos.
Por eso, en los ejercicios de mokuso (momento de silencio interior) o en el zen debemos acallar esa cabecita que nos roba la vida y el espíritu, que no dice que le gustaría estar en otro sitio del que estemos, esa vocecita -ese ego- que provoca la mentira hacia nosotros mismos. Volvamos la mirada hacia dentro, busquemos nuestro defectos, aceptémoslos con todo el cariño, y sigamos adelante sin compadecerse, tal como somos, con perseverancia sigamos el camino que hemos elegido sin miedo y alegría.
!Anda!, ¡Y que diga algien que esto es mentira!!!!!
ResponderEliminarmuy muy bueno compañero
ResponderEliminarno mentirse nunca? imposible pero ahí está el camino correcto, grandes palabras, sensei Javier.
ResponderEliminarGDS(Madrid)
Sí , muy cierto ,¿eso te lo aplicas realmente?
ResponderEliminarComo decía, reconozco que no siempre, sigo siendo humano, caerse es necesario, pero siempre hay que volverse a levantar y seguir por la camino que nos hemos decidido a tomar, el camino de la sinceridad hacia mí mismo.
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